dilluns, 14 de juny del 2010

De los entendimientos cuando no hay forma humana de entenderse




Que fácil no es.
Que lo sabemos.
Pero es necesario que lleguemos a un acuerdo, que lo que tú piensas y lo que yo digo tenga un sentido para éste que lo pinta.
Que ya sabemos que sin ti ésto no va, y que sin mí ésto se para. Y que sin aquél se jodió el invento.
No es nada nuevo.
Pero tal vez si dejamos de gritar, de gesticular y de sentirnos ofendidos. Si somos capaces de escuchar, de ver y de entender. Si olvidamos quién fue el primero y nos quedamos en cómo llegamos a ésto. Si podemos aportar en lugar de restar.
Si recordamos cuánto nos divierte trabajar.
Tal vez...
No se..
Podamos crear algo verdaderamente hermoso.
¿No crees?

diumenge, 6 de juny del 2010

Confesión 14.


Tengo un primo.
En serio. Es sangre de la sangre de la hermana de mi abuela. Abuela materna. Y es mi primo.
Bueno, tengo dos. Hermano y hermana. Dos luchadores. Dos pura sangre. Dos personas increíbles.
Pero hoy, qué coño, hoy quiero hablar del pequeño, del que recuerdo cabezón y sonriente sin saber siquiera andar.
David.
Bajito, callado. Ojos pequeños y sonrientes.
David niño que es donde me quedé yo, en una infancia rara de cojones en la que compartimos cosas que ni recuerdo. Soy su familia porque los genes lo dicen pero jamás estuvimos juntos.
Cosas de la vida. De la familia. Y de Dios.
Pero eso es otra historia.
Yo quería escribir sobre David.
¿Alguna vez has tropezado directamente con una mirada que es capaz de ver dónde se junta tu tuétano con tu último suspiro? ¿Alguien que está tan equilibrado que ni sacudiéndolo de arriba a abajo consigues moverle? ¿Has notado eso? Alguien que es diferente, que sabe dónde está y por qué está ahí. Alguien que si te señalara el camino irías sin dudarlo. Alguien al que temería el mismo infierno.
Ese es David.
Apenas le conozco. En sus rasgos de la cara, entre cicatrices, reconozco al niño gordinflón y feliz. En el apretón de manos que me dispensa se nota que ni me quiere ni puñetera falta que le hago en su vida. Y eso me gusta. Compartimos sangre, pero eso es aleatorio. Él comparte sangre con quién le sale de los huevos. Si molesto, me ignorará igual que el tiempo nos ha llevado a ignorarnos y a juntarnos en contadas ocasiones: dos bodas que fueron dos siniestros totales y un milagro que se nos otorgó en Dani, el hijo de su hermana Miriam, enfermo de leucemia y en proceso de curación.
Tres instantes para toda una vida que nos perdimos. No estuvo ahí cuando lo necesité ni yo estuve cuando él me necesitó. Somos nombres en una agenda o ni siquiera eso. Somos nadie y poco menos.
Pero yo me siento orgullosa de quien es. Da lo mismo si me perdí en un bar de carretera y él tomó un avión. Poco importa dónde estamos ni siquiera quién coño eres tú.
Él detiene el viento a su paso.
Y tiene mi sangre.
Aparta.
Deja espacio.
Lo que oyes es su latido.
Y lo que sientes es mi sonrisa.

dijous, 3 de juny del 2010

Cosas que necesito compartir

Porque las redes sirven para pescar, cocinar y compartir.
Y esto pesqué hoy. No es ni nuevo ni viejo pero impacta, porque es Coca-Cola, porque siempre lo hacen bien.
Así que enjoy, my friend.
Y si sabes el secreto, cuéntamelo.