Así andamos.
A la greña y desmelenados.
Demasiado cansados para tomarnos las cosas con la calma que precisan, demasiado angustiados porque el tiempo pasa y los clientes no lo entienden, demasiado creativos para un mundo en el que no importa la innovación sino el carcamalismo y la ausencia de ideas.
Así andamos.
Que cuando uno dice ven, el otro contesta arroz. Que si esto no funciona, que me gritas, que no te oigo, que te digo, que te olvido y que te doy. Una y otra y otra vez.
Así andamos.
Perpetrando horrores.
Pagando hipotecas.
Sintiéndonos pequeños.
Sabiéndonos impotentes.
Soñando pasados.
Viviendo en guerra.
Fundidos a negro.