diumenge, 14 de març del 2010

Confesión 13.


¿Quién lo hizo? Yo.
Ni tú, ni él, ni nosotros.
Lo hice yo. Y me comí yo el marrón. Y el verde y el rojo y lo que vino después.
Ni tú, ni ella, ni nosotros.
Que ni nos queremos tanto, ni somos como hermanos.
Ya está bien de tanta decencia. Reivindico mi yo. Sin tapujos, sin miedos.
¿No fui yo la que se dejó la espalda hecha una mierda de tanto teclear? ¿No escuché mil veces tus lamentos de imbécil para comprender qué querías? ¿No estuve en esa reunión interminable? ¿No encontré la foto adecuada y la música adecuada y todo lo adecuado?
Vamos, dilo.
¿Quién fue?
Fui yo.
Así que no me agobies con la tontería de los equipos y deja de susurrarme, como una puta desdentada, ese nosotros que no se lo cree ni el Tato.
Si somos un equipo, arremángate y húndete en esta miseria cotidiana.
Si somos un equipo, dejad de hurgaros las narices y poneos a trabajar.
Y de todas formas y para que lo comprendas clarito, cuando vienen las ostias por equivocaciones o por lo que sea... ya no somos un equipo. Somos individuos. Y entonces sí que se recibe.
Lo hiciste mal. Tu decisión. Tu trabajo. Tu polla en vinagre, chaval.
Que ya no cuela.
Que el mundo hippy cayó.
Que el individuo existe. Que piensa. Que se mueve. Que actúa. Bien y mal. E incluso peor.
Que el nosotros -que tú tanto enarbolas con tus manos llenas de sangre y mostaza- es un recurso bien facilito para apuntarte las victorias y huir de las derrotas.
Que un nosotros se forma por muchos yos.
Y que cada yo significa algo: una forma de ver la vida, una idea, un estropicio, un abrazo, un lo que sea.
¿Lo tenemos ya claro? ¿Comprendido?
Lo hice yo.
Y el nosotros plántalo en la Gran Vía a ver si te crecen los equipos.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada