divendres, 12 de març del 2010

No grites, nadie te escucha


¿En qué momento exacto el ruido que oyes en tu interior se convierte en siniestro total? ¿cuándo reconoces la sombra que esconde la sombra del dolor? ¿Por qué no te tumbas y dejas que el mundo siga su imparable marcha?
Cobarde. Cobardica.
Las palabras hieren como témpanos de frío sobre manzanas calientes.
Lo que ayer parecía seguro hoy no deja de ser una parodia mal escrita.
Y si quieres arroz, Catalina, aquí tienes dos tazas.
Cobarde. Cobardica.
Pasan los días y te sientes más indefenso, más pequeño, más perdido.
Los mapas indican lugares que la memoria no ubica.
Los ruidos no son pensamientos, los sentimientos no laten.
Cobarde. Cobardica.
Ves lo que ocurre. Inmutable. Vieja.
Sabes que esta vez te dan. Fuerte. Doloroso.
Cierras los ojos. Esperas. Temblor.
Cobarde. Cobardica.
Y todo esto ¿para qué?
Para que tú lo leas.
Para que tú lo sueñes.
Abro dos costillas y te muestro mi interior.
Que te diviertas.

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