dimecres, 16 de setembre del 2009

Confesión 6.

Oh, chico, esto va de mal en peor. Ya sabes. El mundo se tambalea al final de la delgada linea roja pero el huracán no lo empuja al abismo. Estamos ahí mismo, entre la nada y el hastío, aguantando el chaparrón.
Ñec, ñec.
¿No oyes por las noches las uñas de los monstruos escribiendo tu nombre sobre la pizarra del olvido?
Caeremos pronto. Eso dijeron las noticias una y otra vez. Repitiendo con voz cansina por si te olvidabas. Luego callaron y pusieron a una señora que bailaba vestida con un corsé de calabazas. Tú me miraste y no me viste. Y ellos jugaron a rodar por las escaleras hasta el sotano de tu pasado.
¿Olvidaré este olvido y seré como todos?
¿Quién escribirá entonces los recuerdos de los que se encallaron en el recibidor de la soledad?
¿Quién protejerá los sueños de los insomnes?
¿Quién dejará miguitas de pan en las alcantarillas de los corazones de la ciudad?
Pero todo se fundió. Fuiste tú. Niño malo. Niño caca.
Y ahora el país de Nunca Jamás es una discoteca que huele a humedad y a cuarentones. Mira sus zapatos y las rodelas de sudor en sus camisas gastadas. Echan de menos algo.
¿Debería decirles que están muertos?
Me tomaré un café y disimularé.
Oh, chico, esto va a peor.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada