dimarts, 1 de desembre del 2009

Confesión 11.

Dijeron las malas lenguas que hoy sería un buen día.
Claro que no especificaron en qué lugar del planeta iba a serlo.
Aquí, lo de siempre. Escribes y creas para que luego te pongan flechas y rayitas para cambiar. Que si donde dije digo digo Diego y andando. Y tú miras los guiones y suspiras.
¿Suspiras?
Sí, porque rabia no te queda, la dejaste toda en la autopista antes de entrar en la ciudad. Ahora solo te queda esa agónica desesperanza de producir bicicletas de cartón. ¿Por qué dije eso? No lo se, la verdad.
Los días pasan oliendo a menta y humedad.
Y las palabras, por hastío, se mueren en mis dedos.

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