divendres, 20 d’agost del 2010

Confesión 15



Pocos personajes femeninos para ser admirados.
Casi ninguno.
O son unas tontas enamoradizas o unas petardas de mucho cuidado y gatillo fácil. Sin término medio.
Y ahí está ella. La princesa que era tonta y se volvió gatillera y luego sexy y luego...
En fin, la ella que todas querríamos ser y que ninguna -ni siquiera tú- va a ser. Mujeres con líneas de texto geniales y a las que la rondan un hermano afeminado, un tiarrón pícaro, un felpudo con patas, un tipo con casco imposible, un señor de negro y un emperador con ictus.
Mujeres que entienden a los Ewoks, que van limpias, que las visten como quieren, que saben luchar y gobernar.
Mujeres de antes, como se suele decir.
Antes no se sabe cuándo es. Simplemente es antes de ahora. Ahora no. Antes.
Antes cuando se sabía caminar con tacones, cuando se tomaba gin, cuando se leía de escondidas y fumar sentaba bien. Debe de ser ese antes. Cuando no se podía votar, tal vez. Cuando las mujeres usaban camisón hasta los pies con un agujero para las necesidades del macho. Ups, no. Ese antes es mucho antes, quizás.
En ese antes las mujeres se morían de parir. O de trabajar, o de palizas.
Era un antes un poco malo, ese antes.
Puede que sea el antes que corresponde a cuando a los doce años ya era madre y ahora, a los cuarenta y tres, eras una matrona desdentada a punto para ser monja o morir.
Era un antes raro, ese antes.
No creo que pueda ni imaginarme qué significaba ser mujer en ese antes.
Seguro que no era como el de la princesa con el robot cabezón. No.
Por muchas vueltas que doy no encuentro el antes que me conecte con Leia. El antes del ahora en el que la veo.
Tal vez nunca haya sido buen momento para ser mujer.
También es posible que esté equivocada.
Será resentimiento por no tener a R2D2 o a C3PO conmigo.
Va a ser eso. Fíjate.

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