dijous, 5 d’agost del 2010

Sólo nos quedan las palabras y Pain of Salvation.


Corre, muchacho, corre.
Ya se oyen los susurros del desaliento desgreñando los callejones. Ese gris es el último aliento de una idea brillante.
No te gires.
La oscuridad de miles de cuencas vacías te tomarán el pulso si te detienes y lo enlazarán al cuello de las putas miserables que todavía se dejan fotografiar en las azoteas del pecado.
Respira, corre, respira, corre.
No lo olvides mientras el hedor de las meditabundas indecisiones quiere alcanzar tus pies alados para anclarte a este aburrimiento sorprendentemente eterno. Este día a día cosido a noches y a ronquidos. Este minutaje de mierda en el que hasta el último de los sueños quedó pegado.
Sigue adelante.
Las imágenes se deslizarán entre tus dedos retorciéndose en un baile que nadie entiende pero que todos codician. No son jóvenes, muchacho, son viejas despellejadas que resurgen de sus cenizas para que les devuelvas sus recuerdos.
Corre, muchacho, corre.
Y cuando notes arder tus pulmones y tu estómago se encoja y grite basta, sigue corriendo.
Un poco más.
Más lejos.
Más.
Hasta que sólo oigas mis palabras y a Pain of Salvation.
Sólo.
Solo.

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