diumenge, 31 de maig del 2009

¿Boda? Sí, boda. Pero no la mía.

Boda.
¡Qué terrible palabra!
Suena a aburrimiento, a decepción, a abrazos poco cálidos, a vestidos caros, a regalos feos, a borrachos con corbatas en la cabeza.
No me gustan las bodas. Me hacen sentir terriblemente infeliz. Por no gustarme ni me gustó la mía, hace cien siglos y que acabó como el rosario de la aurora unos años después.
Definitivamente, las bodas no son lo mío.
Pero ayer estabamos invitados a una.
A una especial.
Y no me refiero a que se casaban dos mujeres, ni a que se hacía mirando al mar, ni siquiera a que era mi primera boda en cinco años.
Lo era porque se casaba la persona más maravillosa del mundo. Alguien que, de no existir, se tendría que inventar.
Además, era especial porque en este mundo de desamor, de pocas opciones, de cambios, alguien decidió que lo iba a hacer como era debido, delante de todo el mundo, con ramo y con alegría.
Y, ¿sabéis? Me gustó esta boda. Me hizo llorar, me hizo reír. Me hizo pensar que tal vez, para el mundo, no está todo perdido. Que tal vez hay esperanza.
Se casó Lu.
Y yo, extrañamente, fui feliz.

3 comentaris:

  1. Gràcies per ser-hi, carinyo, sense vosaltres no hauria estat el mateix.
    T'estimo molt.
    Lu.

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  2. A mi encara més.
    Gracies per tot, Lu.
    No saps com t'arribo a estimar.

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  3. Espera.... un minut que vaig a buscar crispetes i seguiu.... Ara en serio si algú del mon es mereix ser feliç aquesta es la Lu.

    Moltes felicitats

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