diumenge, 24 de maig del 2009

Toc, toc...

Suena la puerta.
No espero a nadie. Pero ahí está.
Agazapada la muy puta. Quieta. Oigo como su corazón late de una forma anormal, como si cientos de moscas zumbasen a la vez.
Apesta.
No quiero pensar. Le pido que se vaya.
Ríe. Mil cuchillos afilándose contra pizarras es un sonido más agradable que el que surge de su garganta.
Cierro los ojos e intento recordar el conjuro. Una palabra. Un gesto. ¡Cómo cojones sabré qué debo hacer ahora!
Suena de nuevo la puerta.
Está impaciente.
Como siempre.
Recoge mechones de su sucio pelo y limpia luego sus manos sobre la madera.
Suspiro.
Me rindo.
No puedo hacer nada.
Olvidé cómo echarla.
Abro la puerta y sin mirarla, regreso al sofá. A la tele. Al silencio.
Ella me mira y como si nada, escupe en el suelo, cerca de mis pies.
Me encojo de hombros.
No me importa.
Una vez que dejas entrar a la pena, ella manda.
Así que...

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada