dijous, 4 de juny del 2009

Flis flas, el síndrome invisible

Hay días en los que uno, de repente, se vuelve invisible.
Así, sin más. Quiero decir que no hay explosiones de luz, ni ruidos extraños ni siquiera una puta maldición susurrada entre dientes por tu archienemigo. No.
Flis, flas... y no estás.
Ya te puedes matar a conversar, a llamar por teléfono, a contestar en el facebook o a escribir correos.
Olvídate. No existes. Eres invisible. Se te tragó algo. Una dimensión, creo.
Al principio da miedo. Luego, pereza. Y al final, te da como un arranque de mala leche poco ortodoxo. De todas formas, hagas lo que hagas, no pasará nada. Estarás ahí, en esa zona sin sol ni sombra, en ese momento congelado, esperando que alguien o algo vuelva a ponerte en la onda correcta.
Tengo la absurda teoría que esta especie de castigo de olvido e ignorancia puede ser necesario para el equilibrio humano. Ya sabes, si todos estuviesen en la luz o en la oscuridad la partida se acabaría. Pero si unos cuantos, de vez en cuando, somos desterrados a la zona gris eso puede significar que la partida sigue en pie. Que la luz no vence a la oscuridad y que algún arrepentido cambia de bando.
Claro que eso me lo digo porque de pequeña tenía mucha imaginación y porque me niego a pensar otra cosa.
Así que, desde esta zona gris de destierre, os saludo.
Oh, no pasa nada.
Se que no diréis nada.
Lo entiendo.
Está bien.
De veras.
¿Hola?

1 comentari:

  1. Hola! Hola!

    Jo no acostumo a dic gaire cosa però et llegeixo puntualment amb el meu google reader.

    Sóc un Voyeur, sí, què passa :P

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