dilluns, 8 de juny del 2009

La maizena de la semana son los lunes

Ni vengo ni voy.
Me quedo.
Dormito, a veces, mientras miro la pantalla. Tan blanca, tan generosamente vacía. La muy jodida.
La autopista es un caos de sonidos. ¿Nadie ve las señales? Y el cielo es gris. Como el plomo. Como los uniformes. Como la única idea que se asoma por mis ojos.
¡Qué cansancio de cansancio!
Quisiera tener unos meses de paz. Acabar la novela. Empezar otra. Aprender a dibujar y hacer tai-chi. Y leer. Leer. Leer. Dejarme llevar por otros. Ahora aquí, ahora allí. Sin más rumbo que el que las noches de café llevaron al autor.
¿Dónde te escondes, ratita? Llévame.
Pero las hipotecas no perdonan, los bancos no perdonan, el tio de la luz no perdona, el de la carne no perdona, nadie perdona. Te sonríen, sí, pero alargan la mano para coger dinero.
¡Qué sueño! ¡Qué forma angustiosa de sostener abiertos los párpados!
Y tú, ¿qué haces?
¿Miras?
¿Asientes con la cabeza?
¿Quieres dormir?
Vamos. Escuchemos de fondo alguna película mala y vieja, con aquellos doblajes antiguos y agudos y vayámonos juntos a algún sitio.
¿Quieres?
Cierra los ojos.
Uno, dos, tres y cuatro...

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